sábado, 2 de febrero de 2008

¡Adiós, amigo!

Hoy me enteré de tu partida y sin querer ser cursi me pregunté: ¿porqué a la gente buena se la lleva Dios de éste plano físico?...me recorrió un escalofrío por el cuerpo y me quedé sin palabras al enterarme del modo que te habías ido, estabas haciendo la actividad que más te gustaba y, esperanzado, viajabas al encuentro con la fiereza de los ejemplares de pesca venezolanos, famosos en el mundo por dar su vida peleando antes de rendirse.

Recuerdo como si fuera ayer, la mañana del 6 de noviembre en aquél hotel de Bogotá, donde me enteré de la muerte de mi hermana y mi esposa bajó a buscarte para avisarles que yo no tenía ánimo de acompañar al grupo en el tour citadino que habíamos contratado para conocer tan hermosa ciudad. Subiste a mi habitación y me reconfortaste como sólo un amigo sabe hacerlo, de tal modo, que fuí convencido de lo poco que yo podía hacer encontrándome tan lejos y que, en el caso de mi hermana particularmente, lo mejor había sido su partida en vista de la enfermedad que le aquejaba.

Recuerdo la oportunidad en que les comenté a tu esposa y a tí lo poco que me faltaba para clasificar a ese viaje y la reacción inmediata fué la de ofrecer alguna solicitud de algún cliente vuestro para ayudarme a calificar (a Dios gracias no hizo falta); lo que deseo subrayar en éste caso es el inmenso desprendimiento que tuviste al ofrecer tal ayuda, cosa que sólo hacen los verdaderos amigos.

He llorado la muerte de cuatro personas en mi vida y tú eres una de ellas por la gran calidad humana que te precedía y ese humor constante que compartías con todas los allegados que tuvimos el gran privilegio de conocerte.

Al escribir la presente anotación, quiero rendirte un sincero homenaje de admiración y cariño a un compañero, padre, esposo y amigo ejemplar. ¿Sabes?, nuestro trabajo nos convierte poco a poco en gente de mayor sensibilidad, puesto que la desgracia que conlleva a la desaparición de cabezas de familia la palpamos en cada instante y eso nos obliga a ser más receptivos del dolor ajeno; Ahora que te vas, dejas un vacio en tu agencia difícil de llenar, pero a donde quiera que tu alma llegue a descansar, estamos seguros que ayudarás a otros en ese plano, como lo hicistes aquí, ¡Adiós amigo!